"The great escape" de Elmer Bernstein (1963)


   No sería hasta 1960 que un joven Elmer Bernstein se afianzara como autor de gran prestigio gracias al western Los siete magníficos (The magnificent seven). Su director, John Sturges, era considerado uno de los cineastas más sólidos de Hollywood, muy al estilo de realizadores como Michael Curtiz o Anthony Mann, todos ellos caracterizados por conjuntar con gran prestancia profesionalidad y sentido de lo artístico. Sturges ya había dirigido con anterioridad películas ambientadas en el lejano oeste como El sexto fugitivo(1956), Duelo de titanes (1957) o El último tren de Gun Hill (1959), todas ellas protagonizadas por personajes de fuerte masculinidad. Ambos cineastas colaborarían hasta 1974 en seis largometrajes, de los que dos destacan de manera muy especial: el ya mencionado Los siete magníficos y La gran evasión (The great escape, 1963). Con un reparto de campanillas encabezado por Steve McQueen, James Garner, Richard Attenborough, Charles Bronson, Donald Pleasance, James Coburn y James Donald, narra la historia de un grupo de oficiales ingleses y estadounidenses, recluidos en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, que deciden planear una masiva fuga. Sturges combina acción, aventura y comedia de manera ejemplar, sin apenas irregularidades en el desarrollo de la trama, beneficiándose no sólo de un magnífico guion escrito por el prestigioso novelista James Clavell (Shogun, Tai-Pan), sino, una vez más, por la marcial y pegadiza música de Elmer Bernstein. Toma como referente central un 'Main title' juguetón protagonizado por los instrumentos de viento cuya apariencia militar no es más que una excusa para decir al espectador que, en el fondo, nos encontramos ante un divertimento. Pero su música va mucho más allá de lo jocoso, pues también es conocedor, como gran ambientador que es, del componente trágico de la realista historia, por lo que, aparte de recrearse en los aspectos ligeros, profundiza a la vez en el drama personal de unos hombres que luchan constantemente por sobrevivir. 

Orquestadores: Leo Shuken & Jack Hayes.
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"Lonesome Dove" de Basil Poledouris (1989)

   El género norteamericano por antonomasia es el western. Tanto cine como televisión nos han ofrecido innumerables muestras de obras dignas de mención desde lo cinematográfico y desde lo musical. Grandes directores y compositores han visto en él la oportunidad de ofrecer una visión apasionada de la reciente historia americana; además, el colorido de su temática y argumento siempre ha sido un componente muy atractivo desde el punto de vista artístico.
   En las últimas décadas el western ha sufrido un notable declive, pero de vez en cuando en Hollywood salen a la luz brillantes destellos luminosos que resucitan el añejo fulgor. En 1989 el realizador australiano Simon Wincer adaptó para la pequeña pantalla la novela de Larry McMurtry Lonesome Dove (Paloma Solitaria), miniserie de cuatro episodios protagonizada por Tommy Lee Jones y Robert Duvall que narra las aventuras y desventuras de dos vaqueros desde su Texas natal hasta la lejana Montana. Para describir musicalmente dicha odisea quién mejor que el añorado Basil Poledouris, uno de los compositores con mayor capacidad melódica del séptimo arte. A partir de un intenso y emotivo tema principal ('Theme from Lonesome Dove'), el artista nacido en Kansas desarrolla una partitura sustentada con inusitada fidelidad en los más tradicionales pilares de la cultura americana, pero evitando las estridencias típicas del género y centrándose en una línea tonal abiertamente romántica en la que las cuerdas parecen abrazar con singular candor la senda de unos hombres y mujeres en busca de su Dorado particular.

Orquestador: Basil Poledouris.
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"Highlander" de Michael Kamen (1986)


Cuando un compositor de la talla de Michael Kamen dice adiós a la temprana edad de 55 años algo se  quiebra en el corazón de los amantes de la buena música, en especial cuando se piensa en las obras que no han podido ver la luz. Su legado es uno de los más notables del séptimo arte y en él destacan bandas sonoras de la repercusión de La zona muerta, Brazil, Arma letal, Resplandor en la oscuridad, Más allá de los sueños, Don Juan de Marco, Profesor Holland u Open range. Habitualmente encasillado, por lo demás de forma injusta, en el cine de acción, Kamen siempre ha sido, en realidad, un artista que ha pretendido huir de las etiquetas. Su música, caracterizada por un estilo de inconfundibles tonalidades, deambula entre el clasicismo más enérgico y el experimentalismo más arriesgado. 
Uno de sus scores más reconocidos entre los aficionados es Los inmortales (Highlander, 1986), fantasía medieval dirigida por el irregular Russell Mulcahy que aúna con gran prestancia el cine romántico con el fantástico y de aventuras. El filme recurre desde el punto de vista musical a un juego ciertamente arriesgado: conjuntar las canciones del grupo británico Queen con la partitura académica de Kamen. Así, lo que en un principio podría resultar anacrónico acaba convirtiéndose en un artilugio que sale muy airoso, en especial la capacidad de un score original poderoso en lo instrumental que es consciente de la hermandad que no debe traicionar y que, en última instancia, acaba imponiéndose a unas canciones con innegable carisma pero poco sutiles en su traspaso a la pantalla grande.

Orquestador: Michael Kamen.
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"Joe versus the volcano" de Georges Delerue (1990)

   
La relación entre Georges Delerue y el cine anglosajón siempre ha sido muy estrecha. En la misma sobresalen con luz propia scores como Mujeres enamoradas, Chacal, El día del delfín, Julia, Un pequeño romance (su único Oscar), Confesiones verdaderas, Agnes de Dios, Salvador, Platoon, Su coartada, Magnolias de acero, En busca del amor y, muy especialmente, Joe contra el volcán (Joe versus the volcano (1990). El filme escrito y dirigido por John Patrick Shanley es un agridulce cuento romántico que tiene como protagonista a Joe Banks, un hiponcondríaco al que le detectan una enfermedad terminal; lejos de amedrentrarse descubre en el amor por su secretaria y en su nueva visión de la realidad la pasión por la vida. Qué mejor compositor que el maestro Delerue para retratar el entusiasmo vital, no exento de puntuales pinceladas grises, todo ello a través de una paleta orquestal plena de luz y color.
Joe contra el volcán fue escrito tan sólo dos años antes de su muerte y en un principio la labor de Delerue se redujo a 15 minutos de partitura; sin embargo, los productores quedaron tan impresionados con la música que le encargaron media hora más. Se trata, en definitiva, de una obra que resume toda su filmografía, o lo que es lo mismo, su brillante estilo melódico caracterizado por las tonalidades tersas y delicadas, pero que, en significativas ocasiones, se ven acompañadas de otras profundamente sombrías, reflejo del drama del personaje principal.

Orquestador: Georges Delerue.
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"Forrest Gump" de Alan Silvestri (1994)


   Desde 1984 hasta 2011 Alan Silvestri y Robert Zemeckis han formado la que puede ser considerada, junto a Williams y Spielberg, la relación entre músico y director más estable de la historia del cine. Quince películas entre cine y televisión configuran una colaboración que ha permanecido constante desde Tras el corazón verde hasta El vuelo, con la única salvedad de un episodio de la serie de 1993 producida por Frank MarshallJohnny Bago y el documental televisivo The 20th century: The pursuit of happyness, de 1999.
   En la mayoría de los cineastas y, en realidad, en todos aquellos que han disfrutado de las mieles del éxito, hay un momento que marca un punto de inflexión artística. En el caso de Zemeckis y Silvestri lo constituye la película Forrest Gump (1994). Ganadora de seis merecidos Oscar (actor, efectos visuales, montaje, guion adaptado, dirección y película), Forrest Gump supone además la primera nominación de Silvestri (la segunda sería por la canción principal de Polar Express). "Yo escribo música en respuesta a una película y a una historia. No me siento y compongo en el vacío; siempre trato en el fondo de buscar lo que la película necesita, y luego me centro en el componente musical de la narración, intentando en todo momento estar a la altura de lo que se cuenta". Las palabras de Silvestri reflejan la primordial importancia de la labor de un músico a la hora de acompañar el relato cinematográfico. Para él la simplicidad es la clave, y con Forrest Gump consiguió ser plenamente objetivo, evitar, en definitiva, situarse por encima de la acción. Su estilo, en muchos casos grandilocuente, dio paso a un lenguaje moderado caracterizado por el empleo de motivos de gran carga descriptiva y cuyo lirismo ha hecho de la banda sonora uno de sus referentes principales.

Orquestadores: William Ross & Jon Charles.
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"Lady in the water" de James Newton Howard (2006)


   Nueve películas conforman la filmografía del realizador hindú (aunque criado en los Estados Unidos, y más en concreto en la ciudad de Filadelfia) M. Night Shyamalan. Desde 1992, con Praying with anger, hasta la reciente Airbender, el último guerrero (2010), y a la espera de After Earth (2013), su cine está marcado por un estilo de intenso academicismo que no oculta unos fervientes deseos por encontrar vías menos tradicionales y más cercanas a lo innovador. Admirador desde su juventud de Steven Spielberg, su influencia es evidente en toda su obra, en especial en su tratamiento visual, lo cual se observa muy especialmente a partir de El sexto sentido, el filme que le abrió todas las puertas del mundo de Hollywood y que le valió sus dos únicas nominaciones al Oscar. Con anterioridad, Shyamalan dirigió dos largometrajes menores, el mencionado drama Praying with anger (1992) y la comedia familiar Los primeros amigos(1998), ambos con música de Edmund Choi, autor que tan sólo ha escrito seis scores para la gran pantalla. Para su siguiente proyecto, El sexto sentido (The sixth sense, 1999), contó con la inestimable colaboración de dos de los más reputados productores de la Industria, Kathleen Kennedy y Frank Marshall, habituales en la filmografía de Spielberg. Asombrados por el guion de Shyamalan, que ofrecía una nueva percepción del cine de terror, de sorprendente realismo y con unas ingeniosas dosis de espiritualidad que evitaban a las tradicionales historias del género, decidieron poner en marcha una historia que acabaría convirtiéndose en uno de los mayores éxitos de la década de los 90. En un principio Shyamalan no se mostró demasiado contento con la música original (durante algún tiempo se insinuó que fue obra de Marco Beltrami, aunque en diferentes entrevistas el músico neoyorquino siempre lo ha negado), por lo que Frank Marshall le sugirió a James Newton Howard, con el que había trabajado en ¡Viven! en 1993. Desde entonces, músico y director han colaborado en todas las películas que el primero ha realizado, formando una de las parejas cinematográficas más sólidas de las últimas décadas.
   Con La joven del agua (Lady in the water, 2006), el realizador hindú inició un declive notorio en su carrera, un punto de inflexión que ha hecho del resto de sus largometrajes una especie de diana dañina tanto para crítica como para público, inusitadamente unidos en su criterio contra Shyamalan. La mezcla irregular de drama, comedia, suspense y fantasía no fue del gusto general, lo que provocó que el filme resultara un importante fracaso comercial, debido, sobre todo, a su exagerado presupuesto: 75 millones de dólares. Para narrar musicalmente la historia de una especie de ninfa que vive en la piscina de un complejo de apartamentos de los suburbios de Filadelfia, Newton Howard se decantó por la temática lírica para potenciar el componente fantástico. La mayor parte del score es de carácter incidental, y se apoya en la cuerda y en las voces femeninas, para desembocar con posterioridad en la recurrente eclosión enfática típica de los argumentos basados en la sorpresa final. Así, el epílogo, especificado en el tema 'The great Eatlon', vuelve a reflejar la pasión de Newton Howard por los motivos de gran fuerza orquestal cuyo indudable carisma no se traduce, al menos en esta ocasión, en la deseada perfecta simbiosis con las imágenes.

Orquestadores: Jeff Atmajian, Brad Dechter, Jon Kull & Patrick Russ.
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"Memoirs of a geisha" de John Williams (2005)

   2005 fue un año especialmente prolífico en la carrera de John Williams, pues en él escribió cuatro bandas sonoras: Star Wars III (Revenge of the Sith), War of the worlds, Munich y Memoirs of a geisha (Memorias de una geisha). Salvo en el primer caso, en el que nos encontramos, por lo general, con un Williams épico y aventurero, en las otras partituras el músico neoyorquino se decanta por el que ha sido su estilo más característico de los último años: la apasionada combinación de atonalidad y tonalidad.
   Memoirs of a geisha es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Arthur Golden, en la que se relata la historia de Sayuri, niña que es separada de su familia para trabajar en un barrio de geishas, el hanamachi. Con los años acaba convirtiéndose en la más deseada de la ciudad, pero su vida transcurre entre la servidumbre de su cargo social y la impotencia por no alcanzar sus deseos más naturales. La música es una oda al amor en apariencia imposible, pero a su vez a los sentimientos vehementes de una mujer en busca de la serenidad y la felicidad. Williams huye de las melodías aterciopeladas, pues es consciente de la profundidad de la temática a describir musicalmente, por lo que se adentra en el complejo universo de las tradiciones niponas a través del empleo de leitmotives cuya armonía parece resquebrajarse; pero es sólo una apariencia, pues su creación transcurre por unos senderos tonales cuya belleza va más allá de recursos simplistas o inocentes.
   Dos temas son los que se centran en los dos personajes principales, el presidente y Sayuri. Para el primero se decanta por personificarlo en la figura instrumental de un violín, interpretado por Itzhak Perlman; para el personaje femenino, será un sobrio y casi agonizante violonchelo interpretado por Yo-Yo Ma. Ambos protagonizan gran parte del score, en una especie de baile cadencioso cuya serenidad no oculta un profundo sentido de lo melodramático. Williams, como no podía ser de otra manera, también se introduce en la tradición japonesa mediante en empleo de instrumentos propios del país asiático; así, percusión, cuerda y viento (taiko, koto, shakuhachi) se pasean por la banda sonora en perfecta armonía con los occidentales, formando a la postre un conjunto melódico cuyo perfecto entendimiento hace de Memoirs of a geisha una de sus obras más refinadas y bellas.

Orquestadores: Conrad Pope & Edward Karam.
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"Jurassic Park" de John Williams (1993)

   Parque Jurásico es una de las novelas de ciencia-ficción más apasionantes y sugerentes de la historia del género, escrita por un autor de indudable talento, Michael Crichton, que siempre supo, a través de una narrativa ágil y lúcida, seducir a todo tipo de lectores. Steven Spielberg, amigo del escritor californiano, decidió a principios de los años 90 trasladar a la gran pantalla la ambiciosa novela de Crichton; sin embargo, su adaptación pecó de ingenua pues prefirió potenciar el lado más sentimental de la historia en detrimento del más oscuro de la misma. 
   La partitura de John Williams toma como referente un épico y sensible tema central ('Theme from Jurassic Park'), al igual que casi todos los que ha escrito en su inmaculada filmografía, con gran sentido de la melodía cadenciosa. A partir del mismo se decanta por la ambivalencia, es decir, por las tonalidades entre oscuras y amables ('Incident in the island' vs. 'A tree for my bed'), que parecen querer confirmar a través de su música el carácter mitad sombrío mitad pueril del realizador estadounidense. Pero donde Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993) destaca más es en los momentos adrenalínicos de enérgica acción ('Eye to eye', ' T-Rex rescue'), apoyados en una contundente orquestación obra de Conrad Pope, John Neufeld, Alexander Courage y Dennis Dreith.


Orquestadores: Conrad Pope, John Neufeld, Alexander Courage y Dennis Dreith.


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"The omen" de Jerry Goldsmith (1976)



   En 18 ocasiones Jerry Goldsmith fue nominado al Oscar y, por increíble o injusto que parezca, sólo recibió un premio de la Academia, el que le fue concedido en la ceremonia de 1977 por La profecía (The omen, 1976). Su score se sustenta en los firmes pilares de la célebre canción Ave Satani (única de sus múltiples y maravillosas canciones nominada por el "olvidadizo" tío Oscar), sombría y siniestra melodía que es secundada por otras piezas corales cuya apariencia amenazadora sumerge al espectador, y al oyente, en un constante estado de turbación. En realidad, La profecía es una pieza sinfónica aviesa que sólo en contadas (y familiares) ocasiones abandona su aspecto sobrecogedor ('The new ambassador'), como en una especie de guiño que busca la complicidad. 
   El cine de terror siempre ha resultado más efectivo sugiriendo que mostrando. Goldsmith también se decanta en sus escasas incursiones en el género (El otro, La reencarnación de Peter Proud, Poltergeist, Leviathan) por no aturdir mediante estridencias superficiales que resulten obvias o manifiestamente pueriles. Con La profecía firma un score imprescindible por su carácter modélico, pero, en especial, por su capacidad de adaptarse como un áspero e incómodo guante a la historia de la película.

Orquestador: Arthur Morton.

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"Alien" de Jerry Goldsmith (1979)

   Jerry Goldsmith siempre se ha movido como pez en el agua dentro de todo tipo de géneros cinematográficos. De hecho, su espíritu camaleónico, como así lo tildaba su buen amigo John Williams, hizo de él un compositor de increíble precisión, aunando talento melódico y rigor argumental. Sus incursiones en el cine de ciencia-ficción conforman algunos de los trabajos musicales más importantes de la historia del séptimo arte. El planeta de los simios, El hombre ilustrado, La fuga de Logan, Capricornio Uno, Atmósfera Cero, Star Trek-La película, Exploradores o, sobre todo, Alien-El octavo pasajero (Alien, 1979) son scores cuya perfección es modelo para cualquier músico actual.
   La película de Ridley Scott, segunda en su fructífera e irregular filmografía, es un hito del cine de terror y ciencia-ficción. Posiblemente nos encontramos ante la obra definitiva de ambos géneros, y el score del maestro angelino refuerza con su energía y presencia inquietante su estatus de filme incunable. De hecho, su composición bien podría ser considerada como el noveno pasajero, pues describe con insólita profesionalidad la atmósfera perturbadora y agobiante en la que nos sumerge Scott. 
   Aunque Goldsmith realizó un trabajo insuperable (inspirado en la tradición atonal clásica europea), en especial en el subrayado argumental y en la descripción de caracteres, durante el proceso de posproducción el montador Terry Rawlings sustituyó en su montaje gran parte de la partitura original por piezas como la Segunda Sinfonía (The Romantic) de Howard Hanson o temas del propio Goldsmith para su banda sonora Freud, pasión secreta, que había utilizado como 'temp track' y que, por desgracia, acabaron imponiéndose, muy a pesar del propio autor, a la obra original.


Orquestador (no acreditado): Arthur Morton.

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avilesbeach@gmail.com

Dedicatoria

A Florencio Herce y familia. Gracias por vuestra generosidad. Y, cómo no, a todos aquellos que me habéis mostrado vuestro apoyo.

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